Santa Pau, cerca de Olot... pueblecito esclavizado: pide libertad
Santa Pau
es un pueblito precioso de La Garrocha, a pocos kilómetros de Olot. Su plaza
porticada es una delicia, y también lo es callejear por sus rincones
pintorescos, calzarse unas buenas botas y hacer la caminata circular de las
ermitas de Sant Martí el Vell, Sant Vicenç de Sallent y del santuario dels Arcs.
Queda cerca la ruta de los volcanes y el famoso hayedo de Jordá. Si nuestra
economía anda saneada nos deleitaremos con un menú degustación en el afamado Cal Sastre. ¿Y qué mejor recuerdo de
villa tan singular que una paquete de sus exquisitos, y no baratos fesolets (alubitas, frijolitos),
ideales para acompañar una carne jugosa y suculenta? Una maravilla.
Pero es una
pena que este pueblito de postal, con su perímetro amurallado y su poso
medieval y basáltico, con su castillo y la iglesia de Santa María, que rezuman
historia piedra a piedra, situado en un enclave privilegiado, punto de partida
de un sinfín de bellísimos senderos pintados tiempo ha por Vayreda, se vea
reducido a la más abyecta esclavitud. Si al pasear por sus calles vemos unas
casas rústicas, con sus portones de madera y sus aldabas de hierro ricamente trabajadas…
si sorprendemos potentes automóviles todocamino aparcados en la plaza de la
Arquería o en los chalecitos de las afueras, es pura apariencia porque Santa
Pau es una localidad secularmente vejada por malvados opresores y sus residentes
demandan a gritos libertad… Llibertat!...
hasta desgañitarse… como esos esclavos liderados por Espartaco que rompieron
sus cadenas y prefirieron la muerte a la ignominia de la servidumbre.
En efecto,
en muchos comercios y en viviendas particulares, advertirá el turista ese
indómito deseo de libertad de buena parte del paisanaje, ese comprensible afán (que
a toda persona sensible ha de conmover) por sacudirse de encima de una vez y
para siempre la brutal explotación a la que Santa Pau ha sido sometido, aunque
disimule bien su estado de ancilar postración. Ese afán se aparecerá a nuestros
ojos en formato de cerámica decorativa con la siguiente divisa inscrita:
La meva terra, Catalunya,
La meva parla, el català,
La meva dança, la sardana,
El meu desig, la llibertat…
Corramos,
pues, las personas bien nacidas, a formar batallón libertador para auxiliar a
nuestros esclavizados hermanos de Santa Pau, sin temor a cobrar daño o perder
la vida… Pero hasta los más desvalidos tienen sus momentos de gloria. En
efecto, en una suerte de justicia poética, cuando el autor visitó ese
encantador, pero sojuzgado pueblo, los petardos sonaron con estrépito en la noche
volcánica de La Garrocha. El Barça, equipo de muchos de nuestros desheredados,
derrotó al Real Madrid, el blanco club de los bwana, por 2-1.
http://www.santapau.com/patronat/?cat=12 (Clickar sobre el enlace para ver las imágenes de la esclavitud que sufren)